domingo, 15 de agosto de 2010

LA MENTIRA DE LA GUERRA CONTRA EL NARCOTRAFICO

La idea recorre el continente pero no es levantada por los medios masivos de comunicación: la guerra contra el narcotráfico no es lo que parece, hay una gigantesca operación de prensa destinada a hacernos pensar que Estados Unidos, desinteresadamente, ayuda a los gobiernos de América latina a combatir este flagelo. Pero apenas raspamos en la superficie de este razonamiento vemos que hay otras intenciones detrás de semejante operación.
En principio es difícil explicar porque el principal consumidor de todo tipo de drogas no empieza por combatir el problema en su propio país. Es evidente que a Estados Unidos no le interesa combatir el consumo del mercado local, porque de esta manera tiene una excusa para intervenir en la política interna de los países que se extienden al sur del Río Bravo. Para ejemplificar nuestra postura, vamos a recurrir al ejemplo de México y acudiremos a un medio gráfico independiente como es la revista Contralínea, hostigada pero nunca desmentida por el gobierno centroamericano.
Publica el semanario mexicano que el gobierno de su país, encabezado por el panista Felipe Calderón, le ha dado a la supuesta guerra un tono tan fuerte, por lo menos en las palabras que ha involucrado a los 96 mil hombres que componen el ejército. Pero esta operación, que requiere una enorme movilización de dinero, logística y propaganda mediática, arroja un saldo exiguo y sospechoso. Es así, que comparando los números de 2003 en relación al 2010, lo único que ha aumentado en forma violenta es la cantidad de muertos: 23 mil. En cambio la cantidad de sentencias judiciales es escasa: en los últimos siete años apenas se dictaron 735. Además se decomisa menos droga ahora que en los comienzos del operativo.
Desde esta columna creemos que el flagelo de la droga no es un tema de importancia real en Washington, la intervención militar se debe a la necesidad de no perder de vista los principales recursos de nuestro continente como son el petróleo y el agua. Para eso son las bases militares en Colombia y también con la misma finalidad se apoya al gobierno mexicano en su estéril cruzada contra los carteles de la droga. Desaparecida la excusa de la Guerra Fría, el combate contra el narcotráfico se instala como el nuevo enemigo común . A la Casa Blanca le sirve para instalar a sus asesores militares, mientras que los gobiernos locales, aprovechan para criminalizar las luchas sociales e instalar la represión como modo de solucionar las desigualdades.
Por eso, los capos de los carteles de las drogas mexicanas se ríen de las bravuconadas del gobierno de Felipe Calderón. Del total de los más de 120 mil detenidos por delitos vinculados con la droga, a sólo 1.300 se les ha podido comprobar algún tipo de vínculo con los carteles que manejan el lucrativo negocio. O sea que lo más probable es que el resto de los detenidos pertenezcan a la parte de la población más baja, indefensa frente a las fuerzas en pugna y que tal vez sólo actuaron de correos o que son pequeños consumidores.
La conclusión a la que arribamos es que la lucha contra la droga es pura pantomima diseñada hábilmente para ser difundida por todos los medios de prensa, pero que fracasa porque no toca a los peces gordos del negocio. No se ataca ni a la circulación ni al lavado de dinero, mucho menos a los funcionarios corruptos que permiten todo esto. Mientras sea funcional a las estrategias políticas del gobierno más poderoso del continente, el narcotráfico no corre ningún peligro.

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