sábado, 16 de noviembre de 2013

Espionaje para todos

Como si fuese parte de una campaña de promoción de la última película de James Bond, el tema del espionaje de Estados Unidos sobre la mayoría de los países del mundo se subió a la agenda mediática mundial, de la mano de las revelaciones de Eduard Snowden, un ex agente de la CIA quien debió refugiarse en Rusia para escapar de la garra vengadora de la principal agencia de espionaje del Mundo.
            La costumbre de recabar información estratégica tanto de los países amigos como de los potenciales enemigos no es algo nuevo para Estados Unidos. Lo hizo siempre a lo largo de su historia y se acentuó notablemente con el inicio de la Guerra Fría con la ex Unión Soviética. La Casa Blanca nunca escatimó medios ni se fijó en la legalidad de los procedimientos.
            La  revolución tecnológica actual, que incluye el uso de celulares, Internet y redes sociales, le brindó nuevas herramientas para espiar pero también le creo un talón de Aquiles inesperado, ya que los datos secretos están al alcance de los hackers, expertos en informática que hacen de penetrar los sistemas secretos, su medio de vida.
            En el caso de Estados Unidos, quienes infiltraron sus sistemas no fueron agentes preparados por potencias enemigas sino hombres de nacionalidad norteamericana que se vieron abrumados frente a la magnitud de la información que debían auditar. Es así que esta interminable ola de revelaciones, que arrancaron con los Wikileaks, provino de funcionarios norteamericanos, de segunda o tercera línea.  
            Los cables secretos sacaron a la luz estrategias obvias. Así supimos que la Agencia Nacional de Seguridad venía  controlando, ya desde 2007, a los principales líderes latinoamericanos que estaban llevando a cabo políticas no muy bien vistas por Washington. Por eso, el presidente Hugo Chávez fue el principal objetivo de las escuchas. Hoy sabemos también que la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff fue auditada en todos sus movimientos. En el caso argentino, hubo dirigentes opositores que se acercaron a la embajada norteamericana para hablar mal de sus gobernantes.

            Es una realidad cierta que los datos que confiamos a Internet pueden llegar fácilmente a los organismos de contralor tanto extranjeros como nacionales. Las propias empresas de comunicación, le entregan en bandeja los datos que les solicitan a las autoridades. Habrá que extremar los cuidados sobre que información subimos a la red, ya que el espionaje no va a cesar por más arrepentidos que aparezcan. En todo caso, mudarán los procedimientos.