viernes, 17 de junio de 2016

Los trabajadores franceses resisten el ajuste

Cómo si el gen de la rebeldía se transmitiera de generación en generación, los trabajadores franceses llevan varios meses ya de movilización para derrotar a una nueva legislación laboral, que con la excusa de la ¨modernización¨, busca acortarle derechos adquiridos hace varias décadas.
                El gobierno de Hollande, que se dice socialista pero que se aleja de los trabajadores día a día, defiende a rajatabla un proyecto que precariza la vida laboral de millones de franceses que en vez de recibir protección del socialismo recibe palos. Los argentinos conocemos bien, la estrategia de usar a los partidos populares para establecer ideas neoliberales ajenas a la historia partidaria. Con Hollande, el socialismo abandona por completo su doctrina de defensa de los derechos sociales.
                La CGT francesa asumió desde el comienzo su rol en la lucha y no deja de organizar marchas opositoras, que chocan frecuentemente con la policía. Ni la Eurocopa ni la posibilidad de atentados terroristas han logrado frenar una protesta que no vislumbra su final.  Durante este mes de junio hay prevista una reunión entre ambas partes pero no hay señales de la posibilidad de un acuerdo.
                El problema central es el artículo 2 de este proyecto que el gobierno francés ha enviado al parlamento galo. En él, se establece que los acuerdos empresariales tienen prioridad sobre los sectoriales. Piensan los trabajadores que de esta manera se establecerá un código laboral a medida de cada empresa, lo que debilitará la posición de los empleados que quedarían inermes o en posición desventajosa frente a sus patrones.
                Los incidentes callejeros no han logrado frenar el periplo legal de ley que será tratada a fin de mes en un Congreso de mayoría conservadora que podría alterar aún más un proyecto que nació hostil a los trabajadores. Además, el primer ministro francés planea apelar a un decreto, si la norma no es aprobada.

                Pero el ambiente de lucha no se disipa de las calles. Frente a la ausencia de los partidos políticos, la resistencia es encarnada por los propios trabajadores, un camino que parece ser el futuro no sólo de Francia sino también de los países latinoamericanos. Incluido el nuestro.