martes, 15 de octubre de 2013

La ultraderecha norteamericana bloquea a su propio Gobierno

El Tea Party agrupa a la ultraderecha de Estados Unidos, tienen un alto nivel de difusión y una fuerte capacidad de presión. En un país donde el lobby sobre los congresistas es legal, el Tea Party no se priva de ejercer su formidable poder de presión sobre la bancada republicana que es la oposición institucional y legal al gobierno de Obama.
            Estos ultraconservadores están en contra de cualquier tipo de avance del Estado sobre la vida de los norteamericanos y más aún si esta intervención significa mejorar la vida de los que menos tienen. Es esta la esencia del plan de salud que propuso la Casa Blanca, que busca algo tan elemental como la cobertura sanitaria de todos los que habitan el suelo de la primera potencia mundial.
            Para el Tea Party, no es un valor en si mismo el bienestar de los más pobres. Por el contrario, proponen un estado ausente y que cada uno se arregle como pueda. La ley de la selva hecha institución y forma de vida. Lamentablemente esta forma de pensar tiene numerosos adeptos, y lo que es peor, poderosos seguidores. Es así que lograron poner en jaque a la administración norteamericana y amenazan con provocar el mayor default de deuda de la historia de la humanidad.
            La política norteamericana ha llegado, por culpa de este conflicto, a un grado anormal de polarización. Antes para diferenciar entre demócratas y republicanos había que mirar las gestiones de los presidentes con lupa. Eran pocas las características que los diferenciaban. Ahora esto quedó en el pasado. El Tea party radicalizó a los republicanos ya que quienes no adhieren a sus postulados temen ser reemplazados por quienes si profesan esas ideas, por lo que se ven obligados a votar en contra de Obama.
             Ahora los norteamericanos se asomaron al abismo y están debatiendo si dan un paso a tras o se terminan de precipitar en el vacío. Los fundamentalistas no piensan arriar sus banderas pese a los costos en dinero y en vidas porque si la situación no cambia, los pobres norteamericanos no tendrán acceso a los procedimientos de salud elementales que les garanticen una vida plena. Pésimo ejemplo mundial de quienes se postulan como los líderes de Occidente.