martes, 15 de junio de 2010

Latinoamérica se une para defender sus recursos

Desde el fin de la Guerra Fría, los estrategas de Washington desplegaron distintas teorías para avalar la intervención norteamericana en el resto del Mundo. Dos han sido los discursos predominantes que reemplazaron al enemigo soviético: la lucha contra el terrorismo y la lucha contra el narcotráfico. Ingentes cantidades de recursos se vienen dedicando a estas dos cruzadas, pero hasta ahora los resultados han sido paupérrimos.
En lo que atañe a América latina, hay dos claros ejemplos de cómo interviene Washington sobre los asuntos de los países de su patio trasero: Colombia y México. En el primero la lucha es contra la guerrilla y en el segundo es contra el narcotráfico. El evidente fracaso en ambos casos y la falta de rectificación de las políticas de intervención invitan a pensar que tal vez lo que busca la Casa Blanca no es solucionar los supuestos ¨flagelos¨ sino marcar presencia en territorios ajenos y poder así intervenir rápidamente en cualquier punto del continente si sus objetivos políticos así lo requieren.
Los líderes latinoamericanos no son tontos y saben que el ojo que está puesto sobre los recursos naturales del subcontinente jamás descansa. Es por eso que la conformación de organismos como el UNASUR son vitales y siguen adelante pese al ninguneo de los medios de comunicación de los distintos países. Y pese a que no suena políticamente correcto frente a otros graves problemas de América Latina, nuestros países ya comenzaron a pensar como defenderse de la amenaza latente que proviene del Norte.
Es así que, pese a que probablemente los amigos lectores no lo encontrarán en los medios, el Consejo de Defensa de la UNASUR acaba de cumplir un año. Este organismo está conformado por los ministros de defensa de los países que conforman la asociación de países. El fin explícito es coordinar operaciones de paz y transparentar los gastos militares, pero no deja de ser un fuerte gesto frente a ojos menos inocentes que los nuestros.
La idea de este organismo nació luego del conflicto suscitado por la intervención de Colombia en territorio de Ecuador en busca de un campamento de las FARC. Pero en los últimos años son varios los motivos que justifican un alerta defensivo. El reflotamiento de la Cuarta Flota, la presencia de una base inglesa en las Islas Malvinas y recalentamiento de la frontera entre Colombia y Venezuela, son síntomas que no permiten ser soslayados.
Ahora falta que se conozcan cuáles serán las maneras en que se integrarán los ejércitos de nuestro continente. Las Fuerzas Armadas latinoamericanas deben diagramarse no para luchar con sus hermanos continentales sino contra fuerzas de mayor poderío y que no dudan en aplicar la máxima violencia posible cuando de cumplir sus objetivos estratégicos se trata.
Si las autoridades continentales logran desterrar la desconfianza basada en innumerables conflictos fronterizos, los países que conforman la UNASUR pueden ofrecer un frente homogéneo de defensa basado en una historia común y en un importante patrimonio que defender. El petróleo de Venezuela, el gas de Bolivia, el acuífero Guaraní y la enorme selva Amazónica bien valen el esfuerzo.