domingo, 21 de junio de 2015

Atropello a los derechos humanos en USA

Mientras amanece la campaña electoral que elegirá al sucesor de Barack Obama, está por verse si el tema de los asesinatos de ciudadanos norteamericanos por parte de la policía, formará parte de la agenda de campaña.
            Fronteras afuera, las imágenes crueles de las víctimas asesinadas por las fuerzas de seguridad norteamericana recorrieron el planeta, pese al esfuerzo de las corporaciones mediáticas por ningunear el tema. Para ellos, el origen afroestadounidense y latinoamericano de los damnificados, rebaja la importancia de las noticias.
            Pero esta vez no lo lograron, los muertos tienen nombre y apellido y un pueblo que no dudó en salir a las calles a reinvindicarlos y a rechazar las prácticas de los responsables de las muertes. Freddie Gray era nativo de la ciudad de Baltimore. Tenía apenas 25 años y murió en la cárcel, en la que estaba arrestado por portar una navaja.
            Esta vez los medios norteamericanos debieron seguir la seguidilla de asesinatos no por una repentina toma de conciencia social, sino porque las redes sociales ardían de información y eran un gran instrumento para los manifestantes.
            Antes de fin de año, Estados Unidos deberá explicar en la ONU si tomó las medidas necesarias para que estos casos no se repitan. El gobierno de Obama pasó de denunciador a denunciado, pese al origen afro de su líder.
            Si un pueblo apático como el norteamericano sale a las calles en forma masiva para reclamar por la brutalidad policial, es porque la situación deber ser más grave de lo que suponemos. El sistema judicial norteamericano, que tanto destacan las películas y series yankis, forma parte del sistema de encubrimiento que posibilita a los policías reprimir sin temor a las consecuencias. Es lo que pasó con el policía Darren Wilson, absuelto de culpa y cargo por el asesinato de Michael Brown.
            Toda esta sumatoria de casos, permite hablar de la represión y el racismo institucionalizado. Una cosa son los casos de discriminación que se pueden dar en las distintas sociedades mundiales, y otra muy distinta que estos casos estén amparados por los estados que deberían evitarlos.

            La sociedad norteamericana, esa que por fin salió a las calles, tiene la posibilidad de volver a salir a la calle para pedirles  a sus candidatos que se ocupen del tema y que, como mínimo, logren que esa idea de sociedad justa, que nos venden por medio de su industria cultural, pase de la ficción a la realidad.