miércoles, 16 de julio de 2014

Violencia sin fin en la Franja de Gaza

Son noticias reiterativas pero significan una renovación de una violencia que traen un alto número de víctimas. La mayoría del mismo lado. La violencia en Medio Oriente no es novedad, pero nos cuesta acostumbrarnos a ver derramar tanta sangre.
            Aunque haya sido durante este año, se ve muy lejano aquel espacio de diálogo convocado por el Papa Francisco y protagonizados por las autoridades palestinas e israelíes. El crimen de un adolescente israelí, tuvo su contraparte en un joven árabe y la espiral de violencia que desde  ahí se generó, ya supera el centenar de muertos.
            La desproporción de fuerzas es notable y explica que la mayoría de los muertos sean del lado palestino. Esto no quita la responsabilidad del grupo Hamas, que ha lanzado ya varios cohetes contra ciudades de Israel donde habitan civiles inocentes. Sin embargo, es el poderoso ejército de Israel, quien tiene la iniciativa bélica en la región y quien generó la mayoría de las muertes.           
            Lamentablemente, la guerra es la negación de la política y de los instrumentos que pueden solucionar el ya crónico conflicto entre palestinos e israelíes. El mundo mira nuevamente azorado, como cualquier chispazo enciende una interminable hoguera. Israel no sólo no ha cesado de bombardear la franja de Gaza sino que ya se apresta a invadir por tierra territorio palestino. Una operación militar de resultado incierto pero con alto costo de vidas asegurado.
            El grupo Hamas se arroga una representación que no necesariamente tiene y que por lo visto le importa poco cuidar. Si tanto dice defender a su pueblo, no debería propiciar una violencia que tiene al pueblo palestino como principal perjudicado. Los países de la Liga Arabe perciben que además, es perjudicial y desestabilizador  para la región, el despliegue de tropas de un ejército bien armado como el de Israel, por eso piden la intervención de la ONU y de Estados Unidos.

            Este conflicto, de impredecible final, nos obliga a volver una y otra vez sobre un tema que siempre está latente porque nunca se encara con seriedad. Cada negociación enciende una esperanza que dura un breve período y después se esfuma como la vida de las víctimas de esta interminable guerra.