lunes, 29 de abril de 2013

La cortina de humo de Corea del Norte


Las noticias sobre el agravamiento de la tensión en Corea del Norte se suceden, un país empobrecido pero poseedor de armas nucleares va directo a la guerra con su similar del Sur. Nada parece frenar al líder de la única monarquía comunista existente en el planeta, que parece no dudar a la hora de usar misiles con cargas atómicas. Pero estas amenazas son más aparentes que reales y además son funcionales a la estrategia norteamericana para la región.
            El flujo de noticias que nos llega sobre este conflicto en el lejano Oriente nos plantea un escenario donde se justifica el despliegue militar norteamericano ante la amenaza de una guerra entre las dos Coreas. Sin embargo, si uno aproxima la lupa al régimen de Corea del Norte advierte algunos datos que se contradicen con este clima de guerra.
            En primer lugar la frecuencia de esta suba en la tensión es casi anual y hasta ahora no ha desembocado en un conflicto armado. El joven líder de Corea del Norte se posiciona interna y externamente con bravuconadas que no llegan a la agresión. Es más, según algunos medios norteamericanos, mucho de los componentes del ejército coreano se encuentra trabajando en zonas agrícolas, por lo que no están disponibles para una próxima batalla. 
            Tal vez algún misil norcoreano vuele por los aires para justificar tanto palabrerío pero no provocará una guerra ya que el objetivo alcanzado no será importante si es que no cae directamente en el mar. Y si bien la diplomacia norteamericana no lo toma en serio aprovecha la volada para desplegar sus barcos en una zona para amenazar o para condicionar a otro país. No se trata de Corea del Norte sino de China.
            Los motivos son obvios, China es el único país del mundo que amenaza en forma real la hegemonía norteamericana mundial. En el rubro económico los chinos pronto superarán a los yanquis. Si bien la Casa Blanca tolera esta situación, no aceptará de ninguna manera que esa superioridad se traslade al plano militar y al político.
            Además, Estados Unidos consolida sus bases en una región a la que considera prioritaria. Después de los fracasos en Afganistán y en Pakistán, Obama no puede permitir que se dude de la reacción norteamericana en caso de sentir sus intereses amenazados. Esta actitud puede garantizar la paz momentáneamente, pero puede suceder que Japón o China se sientan en la obligación de entrar en una carrera armamentista para garantizar su soberanía. Ahí sí, el conflicto puede derivar en consecuencias no deseadas por ninguno de los actores de la región

viernes, 5 de abril de 2013