miércoles, 17 de diciembre de 2008

Grecia: clásica rebelión

Lejos de aquellos idílicos paisajes de mar azul y ruinas blancas, donde los dioses parecen no haber muerto, la violencia desatada en Grecia tras el asesinato de un joven por parte de la policía es un síntoma de una crisis que abarca a toda Europa y que podría extenderse a todo el mundo.
Es que las protestas de los jóvenes griegos expresa un problema mundial: la frustración que provoca el creciente desempleo, que ofrece un horizonte negro para los que ya tienen trabajo y para los que quieren incorporarse al mercado laboral.
Por supuesto que todo esto agravado por la crisis financiera internacional que ya están instalada y que todavía nadie acierta en que momento abandonará este mundo. En el caso de Grecia, la situación se ve agravada porque el gobierno del conservador primer ministro democristiano, Costas Caramanlis, aplica las viejas recetas económicas neoliberales que ya conocemos en América latina.
Además de ser una protesta que se extendió por todo el país, la solidaridad mundial se manifestó en las principales ciudades europeas cuyos jóvenes sufren las mismas consecuencias: un creciente desempleo, la consiguiente baja de salarios y el deterioro de las condiciones de vida que todo esto acarrea.
En Francia todavía se recuerda la crisis de violencia desatada en 2005 en París, por lo que el pronóstico no es nada alentador teniendo en cuenta que las condiciones tienden a empeorar. En España, tal vez la nación más golpeada por el crecimiento del desempleo, los jóvenes que salieron a manifestarse en respaldo de los jóvenes griegos, rompieron vidrieras y quemaron bancos.
Es por todo esto que las 27 naciones restantes que componen la Unión Europea se verán urgidas, más temprano que tarde, a tomar medidas que suavicen el impacto de la crisis sobre la vida de la gente más vulnerable, si es que no quieren ver correr una creciente violencia por las calles. Los salvatajes no deberían solamente incluir a los bancos, sino a quienes realmente los necesitan y a los sectores de la economía que generan la mayor cantidad de fuentes laborales.

martes, 9 de diciembre de 2008

El principal partido de derecha

Les entrego en esta ocasión una nota escrita por Nicolás Casullo, filósofo recientemente fallecido. Protagonista de luchas y exilio en los 70 y profesor de facultad de Ciencias Sociales en los 90. Nos cuenta cual es ahora el principal reducto de la derecha. Que lo disfruten

La política en manos de la oposición mediática

Por Nicolás Casullo
Se habita un tiempo donde lo mediático roba casi todo lo real de la realidad. La carencia de ideas y programáticas de una oposición política no constituida definidamente, provoca que esta ausencia haya sido reemplazada, cooptada, tal vez casi de manera definitiva, por la lógica de la información de masas (movilero, locutor, entrevistador, periodista analista). Una lógica mucho más eficaz, y con sello de época, en la trama de la sociedad, donde los medios en su “no hacer política” hacen la sustancial política diaria que confirmaría la imprescindible muerte de la política, dejada atrás como lo zángano y corrupto en la vida de los argentinos.
Una lógica periodística del slogan, de la frase compactadora, del título fuerte, del copete “síntesis”, del dato gancho, del impacto efectista, del hallazgo ocurrente, del reduccionismo de corte publicitario “en tres palabras”. Una lógica de la trasmisión diaria en cadena de todos los informativos. Una lógica mediática bandolera, cuyo oficio totalizante ha devenido desvalijar los hechos centrales, quitar del medio los sentidos que importarían ver debajo de la hojarasca, sustraer los significados. Cumplir entonces puntillosamente el repertorio conservador, reactivo y antipolítico del statu quo permanente, mientras se almuerza con Mirtha Legrand: un sentido común esparcido, siempre logrado, que el dominio entre bambalinas del país y las apetencias del mercado capitalista necesitan para explicar el mundo. Todo se “compra”, todo se “vende”. Por lo tanto lo único cierto es “el mercado”. La mercancía informativa expone un supuesto mundo a su imagen y semejanza, como lógica que rotula y marca tecno-masivamente a la ciudadanía.
Ejemplo uno de atraco mediático. La Presidenta dijo en la Plaza: “desde una corporación, cuatro personas a las que nadie votó, a las que nadie eligió, se reunían, deliberaban, decidían y comunicaban al resto de los argentinos quién podía andar por las rutas del país y quién no”, significando que ningún sector o instancia civil puede asumirse ese poder, salvo el Estado y el gobierno elegido por voto, que puede plantearse esa acción interruptora bajo conmoción o conflicto grave interno y externo, o en circunstancias excepcionales de un orden amenazado. Los grandes medios gráficos, radiales e informativos concentrados, transformaron sin embargo inmediatamente esa frase sobre los representantes del agro, en: “cuatro personas a las que nadie votó”, como si la Presidenta ignorase algo que sabe hasta el menos avezado de los ciudadanos: que efectivamente fueron votados, gremialmente, para gobernar las normales tareas de cada asociación. Pues bien, sobre esa falacia extrema de poda mediática, se montó el mayor sintagma explicativo de las últimas 72 horas para recalentar las aguas del conflicto.
Ejemplo dos de sustracción mediática. Durante estos cien días y pico de dura protesta que planteó el lockout agrario, un acontecimiento extraordinario superó al resto de las noticias, de los datos, cifras, diferencias y voces. Y ese suceso fue el corte de rutas o tractorazos permanentes que asolaron el país, lo desabastecieron de alimentos, suministros y libre paso de la gente, hasta alcanzar grados de caos y de sociedad “en abismo”. Pues bien, en todo este lapso no hubo ni varios programas, ni los necesarios, ni un solo programa (desde los medios de masas más concentrados y de buena audiencia) que se haya dedicado exclusiva y totalmente a tratar, señalar, reflexionar y condenar con pelos, argumentos, señales, voces y comentaristas esta producción reaccionaria sobre la escena nacional: el país cautivo por los “buenazos mateadores” de las banquinas. Por el contrario, el accionar mediático provocó una inmensa platea social, para la cual ese dato vertebral y nocivo a una institucionalidad democrática con su régimen de partidos, fue absolutamente naturalizado, neutralizado, aceptado, velado en los reales sentidos que portaba de violencia, autoritarismo y brutalidad anticomunitaria.
Qué te digo cuando te digo
Tanto uno como otro ejemplo de manipulación mediática (entre otros) que involucran nada menos que la palabra presidencial y la operatoria anticiudadana mayor de estos tres meses, grafican claramente el estado mental y de conciencia de gran parte de los argentinos, en cuanto a saber de qué se tratan las cosas, que está sucediendo en su país, qué está en juego en los desacuerdos, y qué representan los diversos actores de la escena.
Puede decirse entonces, como perspectiva de comprensión de la crisis nacional, que la posibilidad de avance hoy de un gobierno democrático institucional (que se autoidentifique con amplios sectores populares sufriendo distintos grados de injusticia y postergación de sus derechos sociales) pasa también y de manera cada vez más acuciante por una instancia de desmontar diariamente un orden que cuenta las cosas (para la probabilidad de modificar tales cosas).
Una contienda que sin duda no remite a ninguna Secretaría de Cultura ni a un Ministerio de ciencia pensado casi exclusivamente para la tecnoindustria, sino que remite a la pura política actuando culturalmente, en estado de constante actualización de sus concepciones de masas, hacia las masas y con las masas. Teniendo en cuenta que la disputa neurálgica en nuestra democracia –en un mundo como el actual bajo dinámica transcultural de derecha– es quebrar constantemente disposiciones interpretativas dominantes. Querellar un orden de los imaginarios en cada coyuntura. Expropiar dimensiones simbólicas de masas educadas y formadas por los propios adn del sistema de alienación en su edad audiovisual expandida. Compenetrarse del clásico, y para algunos superado, tema de las ideologías y de las clases sociales, tal cual enseñaban los libros marxistas tan vendidos en la calle Corrientes años atrás.
En la Argentina de estos días se evidencia que el debate por los significados es una lucha comunicacional de masas donde se juega suerte y destino de cada política. Algo similar sucede en América latina. La época democrático popular y todas las izquierdas necesitan un nuevo ensayismo de análisis y de masas cotidiano, que amalgame herencia de sociólogos, de periodistas, de nietos de Jauretche, de intelectuales y cuadros políticos que digan y disputen palmo a palmo conciencias ciudadanas demasiado golpeadas y desorientadas en la última década. Desenredar a las palabras del astuto pastiche mediático de cada jornada. Tratar de llevarlas a un sitio donde les dé de vuelta el aire y las refresque.
Hoy esas palabras, y las definiciones que componen, no muestran. Esconden. Cuando en la “gran radio y la gran TV” se dice tan ecuménicamente “dialogar” se está diciendo en realidad quitar las retenciones. Y cuando se dice pastoralmente “pacificar”, o “buscar la unión de todos los argentinos”, se dice también y solamente quitar las retenciones. Y cuando se hace referencia a un Parlamento con mayoría oficialista por una cuestión de votos, se dice “escribanía para la firma”, “mano de yeso”, o se postula como nueva “calidad democrática” una increíble cámara de legisladores desagregada en “cientos de posturas” cada una por su lado como “las miles de historia de la ciudad de San Francisco” protagonizada por Karl Malden en los ’70.
La “objetividad” mediática
Los medios de comunicación imponen su bestial “diagrama institucional” bajo una horma de mercado que hoy reina soberana. Implantan su matriz de acuerdo a la programación emisora, su valor de lo que sería democracia, la virtud de un votante apolítico que en realidad no debe saber ni siquiera a quiénes elige cuando elige, porque debería votar átomos “libres” de compromisos partidarios. En esa misma dimensión mediática y formativa del espíritu (como dirían los idealistas alemanes del XIX) se organiza un mensaje a repetición con muy pocas variaciones: los gobernadores e intendentes que estructuran la política son todos “rehenes o secuaces de la chequera”, las concentraciones populares son “mercenarios a cincuenta o cien pesos por cabeza”, el Estado de nuestra democracia “una máquina que le está metiendo las manos en los bolsillos a usted señor oyente todos los días”, la adhesión de Hebe de Bonafini a Cristina Fernández “cinco palos puestos sobre la mesa”, y la Presidenta “una secretaria de Kirchner”.
Se asiste diariamente a la desmembración ideológica de lo democrático desde la absoluta irresponsabilidad de los dueños del mensaje, una suerte de aquelarre mediático disolvente de todo valor, y donde no existe propuesta alternativa ni referente ni el menor asombro ante cualquier cosa: estadio societal plausible de ser simbolizado con la pregunta con que Marcelo Bonelli inicia su entrevista con Elisa Carrió la semana pasada en A dos voces de TN: “¿Y doctora, el Gobierno sigue robando?”. O el comentario de un periodista de Radio Mitre a la tarde, Marcelo Moreno, que luego de una entrevista que me hace un programa, de escuchar mis reflexiones críticas al agro, y de cortar la comunicación, cerró el reportaje diciendo al aire: “cuando escucho a este tipo de intelectuales tengo ganas de vomitar”.
Es indudable que en el campo de la contienda política por el significado de los hechos, y sus consecuencias, es donde el Gobierno viene perdiendo terreno en manos de un poder que desgasta, desvaloriza, deslegitima, sin dar cuenta de sus emisiones y sin que nadie le pida cuentas políticas de sus responsabilidades e intereses en los marcos del conflicto. Más allá de sus errores, que los tiene abundantes en la crisis del agro, ése es el dato del presente democrático argentino: si el Gobierno no asume este desafío con el despliegue de todos sus recursos humanos, su proyecto democrático carece de la consistencia persuasiva que la época exige.
//

lunes, 1 de diciembre de 2008

Los vecinos de Parque Avellaneda frenaron a Macri

Parque Avellaneda es un barrio tranquilo y con mucho verde, situado en el Oeste de la Capital Federal. Pertenece a la Comuna 9, que agrupa también a Mataderos y a Liniers. Pero una jugada del gobierno porteño alteró la tranquilidad de los vecinos: Macri quiso abrir un centro de salud mental, justo en el medio de un espacio verde, que constituye el pulmón del barrio Alvear.
La política del gobierno de la Ciudad parece ser descentralizar los centros de salud mental, pero pensando más en un futuro negocio inmobiliario a realizar con los terrenos que en el futuro de los pacientes atendidos y de los lugares que los cobijarán. Es así que pese a la infinidad de inmuebles que posee la Ciudad, el gobierno eligió un espacio verde que es disfrutado cotidianamente por los vecinos que viven en los edificios del barrio Alvear.
La respuesta no se hizo esperar, velozmente se formó una asamblea vecinal que dispuso cortar la avenida Olivera, fundamental para el tránsito de la zona, y presentó un recurso de amparo para bloquear la medida. La lucha dio sus frutos: a una primera ratificación de las obras, siguió una paralización del emprendimiento y una cancelación definitiva que fue acompañada de un pedido de disculpas de los funcionarios del área.
Para asegurarse, los vecinos recurrieron a la Legislatura porteña y lograron que el espacio fuera nominado por medio de una ley como ¨Zona de Protección Histórica¨ lo que aleja el peligro de un nuevo intento cuando las aguas se calmen.
Faltaría ahora que el gobierno de la Ciudad establezca un orden de prioridad para las obras que encare: la falta de insumos hospitalarios y el deterioro de los nosocomios municipales alertan que los fondos para la salud deben ir urgente en ese sentido y no en dirección de intereses económicos inmobiliarios.