lunes, 19 de noviembre de 2018

Trump sacó un empate que lo dejó en cancha


Las tan esperadas elecciones de término medio norteamericanas no dejaron ganadores claros. Cada uno de los contendientes resaltó sus triunfos y no habló de sus derrotas, pero hay una evidencia inobjetable: la fuerte campaña mediática en contra de Donald Trump no provocó la derrota del actual presidente norteamericano que muchos esperaban.
                Es que el jefe de la Casa Blanca tiene los números de la economía hablando a su favor. Hay más trabajo y menos desempleo, en el gran país del Norte. La política de defensa del mercado interno y la consiguiente guerra comercial con las otras potencias económicas, defensoras del libre cambio, por el momento le resultó positiva a Estados Unidos.
                Además, Trump cumplió con su promesa de reformar o desechar los tratados de libre comercio que no se adaptan a su filosofía. Lo hizo con el ex Nafta, que no solo cambió su sigla, sino también su sentido: el nuevo tratado exige que los trabajadores mexicanos de la industria automotriz pasen de ganar 4 dólares la hora a ganar 16.  De esta manera busca conjurar los desequilibrios ocasionados por las condiciones laborales de cada país. Algo parecido tendrá que pasar en nuestro Mercosur tarde o temprano.
                Pero así como despliega un buen andar económico, desbarranca en su política social al poner en marcha una gestión basada en el racismo y en una agresividad exacerbada.  Esto le ocasionó, desde el vamos, el rechazo de muchos ciudadanos de a pie, de gran parte de la colonia artística norteamericana y de gran parte de los medios de comunicación. Todos enemigos poderosos que horadan la popularidad de Trump.
                Con este panorama, es difícil predecir si el magnate logrará permanecer en Washington otro período. Dependerá de que la locomotora productiva no se detenga y, de que su carácter hostil no le siga sumando enemigos. La otra solución podría ser que comprenda que construir puentes es mejor que levantar muros, pero esto último suena altamente improbable.   

jueves, 1 de noviembre de 2018

Arabia Saudita: el aliado impresentable


El salvaje asesinato del periodista Kashoggi, puso en evidencia la ferocidad de un viejo aliado de Washington, encargado siempre del trabajo sucio en Medio Oriente pero extrañamente ignorado por la prensa occidental, que ahora no puede disimular la violencia generada por tantos años de impunidad.
                Mientras los detalles que trascienden diariamente se muestran cada vez más escabrosos, pocos medios occidentales les recuerdan a sus lectores y oyentes que la nacionalidad de los supuestos terroristas, que tan libremente circularon por los aeropuertos norteamericanos el 11 de setiembre de 2001, era saudita. Sin embargo, las represalias se dirigieron contra Sadam Hussein y compañía, que nada tuvieron que ver con el supuesto atentado a las Torres Gemelas.  (Decimos supuesto porque  son muchos los que sospechan de la verdadera autoría de esa masacre)
                 El motivo de esta impunidad, es que la vieja alianza entre Ryad y Washington nunca se vio interrumpida, sino que por el contrario, se incrementó con los años. Los árabes, junto con Israel,  son las dos patas que hicieron de soporte de las políticas de la Casa Blanca para la región. Es así que los árabes tuvieron un importante protagonismo en el Irangate y están llevando a cabo una feroz represión en Yemen, que curiosamente los medios mundiales ignoran.  Por muchísimo menos, Irak fue invadida dos veces, lo mismo que Afganistán.
                Pero difícilmente, el asesinato del periodista saudita, que conocía bastante los entretelones del poder árabe y que era corresponsal del Washington Post, interrumpa los costosos contratos que ligan a Estados Unidos con Arabia Saudita. Está en vigencia un  acuerdo por cien mil millones de dólares para la provisión de armamentos. Será por eso que las condiciones de sojuzgamiento en las que viven las mujeres del país es pasado por alto, aún en pleno auge del me too y de la agenda feminista.
                La muerte de Jamal Kashoggi puso en vilo a toda la diplomacia mundial y especialmente tensionó las relaciones entre Estados Unidos, Arabia Saudita y de Turquía, por ser este país el escenario del crimen. Sin embargo, lo más probable es que vuelen un par de cabezas visibles para que la situación se normalice y las cosas continúen como hasta ahora, ya que son demasiados miles de millones de dólares los que están en juego.