miércoles, 16 de febrero de 2022

Putin despliega su TEG en Europa Oriental

 

Este 2022 amaneció con un conflicto que parecía un reclamo fronterizo más pero que fue escalando hasta poner a Occidente al borde de la guerra: Ucrania y Rusia volvían a disputar por sus fronteras.  Nuevamente el mandatario ruso, Vladimir Putin, ocupó el centro de la escena del escenario mundial, esta vez para pulsear directamente con la OTAN, organización dirigida por Estados Unidos desde su creación.

                El conflicto viene de lejos. Desde los inicios de su llegada al poder, Putin estableció la política de reconstituir el orgullo ruso mancillado luego de la caída de la Unión Soviética. A la recuperación y ordenamiento económico sucedido bajo el mandato del presidente ruso, le  siguió el juego geopolítico de restablecer su influencia sobre Europa y en especial sobre los países que habían formado parte de la ex potencia comunista. Es así que el mandatario ruso logró que tanto los gobiernos de Bielorrusia como el de Ucrania, fueran gobernados  por políticos afines.

                Pero nada es para siempre. El devenir político provocó la remoción de los partidarios de Putin de Ucrania y el establecimiento de un gobierno pro Occidente, lo que desbalanceó el precario equilibrio político de Europa Oriental. Rusia avanzó con la anexión de Crimea y encendió las alarmas de la OTAN. Todo esto acompañado de la dependencia energética que todo el continente europeo tiene del gas ruso y del gasoducto Nord Stream.

                 Así llegamos a este comienzo de año, donde una escalada en la discusión provocó la movilización de tropas y el cruce creciente de amenazas de guerra. Sabido es que Putin negocia siempre dando golpes sobre la mesa pero sin llegar a un punto que impida la concreción de sus objetivos. Por lo tanto es difícil que todo esto desemboque en un conflicto bélico, sino que todo este escenario de confrontación parece otra puesta en escena de un maestro de la estrategia que busca protagonismo frente al mundo nuevamente bipolar, que ahora nos proponen Estados Unidos y China.