domingo, 16 de marzo de 2014

El interminable acoso contra Venezuela

Desde que Nicolás Maduro asumió su mandato no dejan de sucederse los problemas en el país caribeño. La violencia callejera  recrudece de pronto y amaina,  como olas de una marea incesante, pero la tensión no desaparece.
            Es que Venezuela nunca dejó de estar en el centro de la tormenta desde que el comandante Chávez inició su primer mandato. Para Estados Unidos, que una de las reservas de petróleo más importante del mundo no estuviera en manos de un mandatario obediente, nunca le terminó de cerrar, por lo que no dejó ni dejará de operar en contra del chavismo.
            De nada sirvieron los claros triunfos electorales  de Chávez, como tampoco importan los que obtuvo Maduro. El valor mineral que guarda Venezuela en sus entrañas es un bocado que la Casa Blanca busca comerse de cualquier manera.
            Pero no está solo Estados Unidos en su cruzada. España también tiene intereses en la región, y que un líder político decida recuperar el dominio de sus recursos naturales conspira contra la seguridad en sus negocios. Por eso todo el entramado mediático español no dejó nunca de hostigar a Chávez y por supuesto que tampoco lo hará ahora. Recordemos que el conglomerado de medios españoles que encabeza el grupo Prisa con el diario El País, tiene radios y editoriales como Planeta o Santillana de aliados.
            Este mega despliegue mediático, donde los mayores medios del mundo se asocian de hecho contra un gobierno, es parte importante del problema a la hora de entender lo que pasa en Venezuela. Por supuesto que Nicolás Maduro ha cometido errores: la represión a las protestas ayuda a que éstas se potencien. Pero los medios no dejan de alimentar el conflicto con coberturas que tratan de dictadura a un gobierno repetidamente elegido por el pueblo.

            Los estrategas de todos estos planes apuestan a la erosión y al desgaste del gobierno actual. Pero no olvidan que el gobierno bolivariano creció en la hostilidad a lo largo de todo su mandato y que sabe como afrontar este acoso incesante, de corporaciones que siempre ponen sus intereses por delante de las decisiones soberanas de los países.