domingo, 19 de marzo de 2023

Perú no detiene su caída

 

Hace rato que Perú dejó de ser el ejemplo que los grandes medios americanos nos mostraban como ejemplo a seguir. Un país con recetas neoliberales con números ordenados y que no detenía su crecimiento. Pero algo falló de camino al paraíso. Hoy la violencia forma parte de la vida cotidiana de los peruanos, que están lejos de despertarse de esta pesadilla.

                El golpe de estado constitucional que terminó con el mandato de Pedro Castillo, desató una espiral de violencia que no se detiene. La reluciente economía peruana escondía en su fondo un nivel de desigualdad que llevaría a este estallido social que se sigue propagando y que ya está cerca de llegar al centenar de muertos.

                La presidenta Boularte no logra frenar la crisis y el Congreso peruano tampoco. Los proyectos que proponen adelantar las elecciones no logran ser aprobados y es por eso que la violencia no decae. La mandataria se recostó sobre la derecha peruana y sobre el establishment limeño. Pero todo el Interior está sublevado y los manifestantes no cesan de arribar a la capital para expresar su descontento.

                Hasta ahora la única respuesta del gobierno es una violenta represión que incluye asesinatos por la espalda y fusilamientos de detenidos. Pese a esto la violencia no decrece y el pueblo sigue sin aceptar la burla a la voluntad popular que significó el golpe de estado surgido desde el parlamento.

                Lejos de cualquier acuerdo, el horizonte luce negro y la salida no se percibe. Mientras tanto, los cadáveres se acumulan y los pueblos sufren.