martes, 3 de julio de 2018

España se suma al desconcierto europeo


La salida de Rajoy de un cargo al que parecía atornillado, refleja que el viejo continente no sabe todavía de que manera afrontar  a un mundo en plena guerra comercial que ha perdido algunas de sus certezas.       
                El mundo unipolar, dominado por Estados Unidos ha desaparecido, y una batalla de bajo contenido bélico pero de gran contenido económico está reconfigurando a un mundo que no tiene a Europa como centro exclusivo de poder.
                Por el contrario de los tres principales contendientes, solo Rusia tiene parte  de sus raíces en suelo europeo, los otros dos, Estados Unidos y China consideran al viejo continente un mercado en disputa.
                En Europa emerge sólida la figura de Alemania, el resto mira azorado como los cataclismos políticos azotan sus plazas. Desde el Brexit, los ánimos políticos han cambiado y ya nada es tan sólido. La corrupción española se llevó puesto a un Partido Popular que parecía invulnerable a las cataratas de denuncias. En Italia, un gobierno racista llegó al poder y no dudó en empezar a aplicar sus recetas discriminatorias.
                Trata de emerger Francia, luego de que su líder, Macron, sobreviviera a un duro plan de lucha sinidical desencadenado por reformas laborales que se propusieron recortar derechos adquiridos de los trabajadores. Sin la contienda saldada, Francia navega todavía en la incertidumbre.
                Con este grado de conflicto larvado, nadie se anima a hacer un pronóstico sobre el devenir más próximo. Lo único claro es que nuestro planeta estará pendiente de los próximos movimientos de las potencias dominantes, que parecen conscientes de su poderío económico pero que saben que con eso no basta, para anular a sus competidores.  

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