Uno de los tantos ejemplos que fueron utilizados en los
últimos años como modelo de política económica a seguir fue el que desarrolló
Perú. Las características del modelo peruano eran resaltadas para compararlas
con las argentinas, siempre deficientes por poner el bienestar del pueblo por
encima de la eficiencia económica. Ahora
que Argentina ya no necesita de ejemplos porque ya está viviendo otro modelo
económico, Perú entró en una montaña rusa vertiginosa que pone en peligro el
otrora sólido orden.
Los
ruidos son más políticos que económicos pero sobre la superficie siempre se
esconde un trasfondo de crisis social. El gobierno de Pedro Pablo Kuczinsky
debió reestructurar todo su gabinete ministerial al no lograr superar el voto
de desconfianza de un Congreso dominado por la oposición, cuyo principal actor
es el partido creado por el tristemente célebre Alberto Fujimori.
No es
la primera vez que el parlamento peruano logra la remoción de varios ministros.
Antes de este duro golpe, ya había logrado provocar la renuncia de cuatro
ministros, ante un Poder Ejecutivo que no logra, sostener el embate de la
oposición. Uno de los principales
problemas es el sector educativo. Los
bajos salarios docentes generaron medidas de fuerzas que abarcaron a todo el
país y que tuvieron un acatamiento masivo.
Esto en
un marco donde la economía dejó de crecer a tasas altas, en medio de las
denuncias por corrupción motorizadas por las causa Odebrecht que afectó a
varios funcionarios tanto de la actual administración como de las precedentes.
Tampoco la naturaleza ha tenidos piedad de Perú, graves inundaciones han
afectado gran parte del país.
Mientras
tanto el pueblo peruano asiste azorado a estas disputas en la que no saca
ningún tipo de beneficio y que por el contrario lo llena de incertidumbre. Mientras la clase política mantiene sus
peleas de palacio, la reactivación económica no llega y el modelo peruano ya no
es meneado como ejemplo a seguir por los medios de comunicación hegemónicos del
continente.
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