Las
imágenes del presidente Guillermo Lasso defendiéndose en el Congreso de su país
recorren los diarios de todo el continente. La magnitud de la crisis en Ecuador
llevó al primer mandatario al juicio político donde corre serio peligro de ser
destituido cuando apenas llegó a la mitad de su primer mandato.
Ecuador es un claro exponente de
la aplicación del lawfare en el América latina. La persecución judicial al ex presidente
Correa impidió a los ecuatorianos elegirlo para presidir al país, lo que
ocasionó la llegada de un presidente como Lasso, más fruto de la imposibilidad
del correísmo que de los méritos del candidato ganador.
Una vez instalado en el
Gobierno, el plan del nuevo Presidente no se apartó de las tradicionales
recetas antipopulares de ajuste y represión de la protesta que llevan adelante
los gobiernos neoliberales cuando llegan al poder. El deterioro del país en
materia económica, acompañada de un notorio incremento de la inseguridad, son
los principales resultados sociales obtenidos por el movimiento CREO, que
comanda Guillermo Lasso.
El resultado de las últimas
elecciones con la clara derrota del gobierno, ratifica la oposición del pueblo
ecuatoriano a estas recetas. La creciente debilidad política del Presidente, lo
acercó al riesgo de ser destituido. De no ocurrir esto, será muy difícil
revertir la situación de fragilidad del mandato de Lasso.
Ante este escenario, la
oposición, que se divide entre los partidarios del ex presidente Correa y los
movimientos indígenas, deberán deponer sus enconos y ofrecer una alternativa
popular para rescatar al pueblo ecuatoriano de la debacle ocasionado por las
políticas neoliberales.
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