domingo, 23 de febrero de 2020

Bolivia sigue en peligro


Si bien el llamado a elecciones y el establecimiento de Evo Morales en la Argentina, parece mostrar un escenario de estabilidad en Bolivia, esta calma es más aparente que real y encubre, muy posiblemente, el armado de una arquitectura electoral que logre legalizar el golpe de estado perpetrado en el Altiplano.
                Es que el gobierno de facto no cesa en su persecución contra Evo Morales, sobre quien pesa un pedido de captura internacional, que busca limitar los movimientos del Presidente boliviano, limitando sus posibilidades de viajes y reuniones con sus propios partidarios. Evo Morales es el jefe de campaña de su partido, y si bien ya aceptó que no puede presentarse como candidato, el armado de la campaña demanda una actividad que buscar ser hostilizada por la presidenta de facto.
                Pero  la persecución no está enfocada solamente contra el mandatario depuesto. Radios que pertenecían a las comunidades rebeldes han sido cerradas y los militantes del Mas son reprimidos y perseguidos por las fuerzas de seguridad. Estas medidas saldan el debate sobre la legitimidad del nuevo gobierno: sus procedimientos son los de una dictadura que se instaló en el poder luego de un golpe de estado.
                La convocatoria a elecciones para mediados de este año, logró maquillar, en parte, la imagen de este gobierno. En esta línea, las autoridades debieron aceptar un proyecto de ley propuesto por la oposición, para garantizar la vigencia de los derechos humanos, una ley que parece llegar tarde y que no garantiza nada, en manos de un gobierno represor.
                Solamente la unidad del campo popular puede revertir esta situación. No sólo deberán votar todos a una fórmula de unidad, sino que deberán hacer un gran esfuerzo de fiscalización, para que no se instale, mediante el fraude, un gobierno que legitime el golpe de Estado.

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