miércoles, 16 de octubre de 2019

Ecuador: otro fracaso neoliberal


Mientras siguen las tareas de limpieza y remoción de los escombros en Quito, lo que será imborrable, no solo para los ecuatorianos sino para todo nuestro continente, es que el neoliberalismo demostró, una vez más, que no es una opción viable para ningún pueblo del planeta.
                Ni el rápido apoyo del resto de los mandatarios latinoamericanos, le sirvió a Lenin Moreno para enfrentar la furia de un pueblo desbordado por la violencia del ajuste auspiciado por el FMI. La única forma de frenar la rebelión fue dar marcha atrás con el ajuste. El mandatario ecuatoriano debió retroceder en chancletas.
                El único logro de Moreno fue aplazar el adelantamiento de las elecciones. Lo que parecía un camino seguro, fue esquivado  al precio de tener que bajar las medidas impopulares que originaron el estallido. Ahora el gobierno de Ecuador deberá enfrentar otro factor de presión: el FMI reclamará, tarde o temprano, por el ajuste comprometido.
                A los buitres del Fondo, no los convencerán con la echándole la culpa de todo a Venezuela y al fantasma de Chávez. Para la sucursal del gobierno estadounidense, Hallowen se festeja a finales de octubre.
                Ahora Moreno deberá hacer un recuento de daños y ver como sigue. Deberá paliar el efecto dominó que originó la brutalidad del ajuste: la quita de los subsidios al petróleo provocó una gran expansión inflacionaria que rápidamente se trasladó al bolsillo de la gente de a pie. A todo esto, se sumó el desabastecimiento provocado por las distintas protestas, que arrancaron con un fuerte paro de transporte al que se fueron sumando las distintas fuerzas populares y que culminó con la gran marcha indígena sobre Quito.
                 La era neoliberal latinoamericana naufraga frente a las consecuencias que trae la aplicación de recetas que ya  fracasaron el todo el Planeta.  Un nuevo horizonte se le abre a las fuerzas populares, que deberán ser conscientes que si fracasan, la receta de la derecha siempre será ajuste y represión. 

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