viernes, 19 de mayo de 2017

Pese a la oposición mediática, Lula sigue siendo el favorito

Con un modus operandi que se instrumentó en todos los gobiernos populares del Cono Sur de nuestra América, los medios concentrados de Brasil, bombardearon en forma permanente e ininterrumpida tanto la figura del ex Presidente Lula, como la de la mandataria depuesta, Dilma Rouseff. 
Todos los soportes son válidos y cualquier tema se convierte en un arma arrojadiza. Con Dilma buscaron justificar de cualquier manera la campaña que terminó con un golpe de estado institucional. Es al día de hoy, que no pueden acusarla de nada tangible ni de delitos concretos.  Pero hoy los principales cañones están apuntados contra Lula Da Silva, no porque lo crean culpable, sino porque ya se postuló como candidato para las próximas elecciones y ya picó en punta en todas las encuestas.
El principal multimedio del país vecino es la red O Globo, una cadena multimillonaria, cuyo volumen de negocios justificaría la envidia del propio Grupo Clarín. Sus dueños fueron capaces de fabricar una figura como la de Collor de Mello aunque luego no pudieron sostenerlo. Ahora instalaron al juez Moro, quien al frente del Lava Jato y otras causas, buscan sacarlo a Lula de la competencia por medios judiciales, ya que por medios electorales no tienen a otro candidato capaz de enfrentarlo con éxito.
Encima no los ayuda el contexto ya que Dilma fue reemplazada por su Vicepresidente que en un año de gobierno, no logró encontrarle la vuelta a la economía brasileña que no da señales de despegue. Si bien la inflación viene en baja, se produjo a costa de una tasa de desempleo récord y a una caída general del consumo, algo que desde hace 16 meses también estamos experimentando los argentinos.

 Lula, viejo zorro, logró convertir la última citación judicial en un acto político, que logró movilizar en forma masiva al PT, sacándalo del letargo y aceitando su potente maquinaria electoral para lo que se viene, siempre y cuando el poder brasileño no busque una artimaña antidemocrática, que proscriba al candidato más popular  o que evite las elecciones del año próximo.  A cualquier recurso puede echar mano el establishment brasileño, con tal de no ver peligrar sus privilegios ante un nuevo gobierno populista.  

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