jueves, 15 de octubre de 2009

Obama y la ley sanitaria

A esta altura del partido resulta evidente que Barack Obama está lejos de ser de izquierda, pero es lo más progresista que la sociedad norteamericana puede dar. Esto se ve claramente en las discusiones que provoca en Estados Unidos el proyecto de ley de reforma sanitaria, que busca que 47 millones de norteamericanos no queden huérfanos de cobertura médica.
Cuando uno ve una propuesta tan elemental imagina el apoyo fervoroso de la mayoría de la población. Pero no es así, ya que si bien la ley nació con un amplio apoyo, pronto entraron a tallar los lobbys de los laboratorios medicinales por lo que ese respaldo se fue esfumando. Y si bien se cree que la ley será aprobada, la propuesta de Obama avanza a paso de tortuga por el Congreso.
Uno de los principales argumentos que esgrimió la oposición, y que encontró pronto eco en muchos ciudadanos, fue el problema del déficit que un nuevo sistema de asistencia de salud le puede provocar a las cuentas públicas. Aunque parezca increíble, para gran parte de la sociedad norteamericana es más importante no endeudarse que lograr que 47 millones de personas excluidas ingresen al sistema de salud. Y eso que se dicen el país de Dios.
Desde este rincón humilde del tercer mundo resulta inconcebible pensar que en la mayor potencia mundial, que gasta sumas multimillonarias en armamento, uno de cada tres ciudadanos no tiene ningún tipo de cobertura médica. Además el proyecto pretende mejorar el funcionamiento de las empresas que atienden a quienes sí tienen su seguro de salud., ya que muchas veces estas empresas dan de baja a los pacientes justo cuando más ayuda necesitan o ponen topes a la asistencia que puede recibir cada individuo.
También los trabajadores norteamericanos están en una situación precaria, ya que deben pagar su seguro de salud de su propio sueldo y no reciben más ayuda que la que pueden pagar. Financieramente suena muy eficiente pero es poco solidario y obviamente no contempla los casos de enfermedades complejas que demandan más dinero.
Por supuesto que en una sociedad tan retrógrada no faltan las acusaciones a Obama de querer usar los fondos de los contribuyentes para atender a inmigrantes ilegales y a mujeres que pretenden abortar. Quien esto suscribe, tuvo ocasión de ver sitios de Internet donde se trata de nazi al mandatario norteamericano por esta iniciativa.
Pero la oposición de la industria farmacéutica y médica en general se fundamenta en algo que nunca reconocerá abiertamente: no aceptan la competencia del estatal. Están acostumbrados a poner sus propias reglas y a actuar como oligopolios. La presencia del Estado sumaría a un nuevo jugador poderoso. Por eso, el lobby de los laboratorios no tardó en reaccionar: es un sector que tradicionalmente destina mucho dinero a los congresales norteamericanos y ahora quieren cobrarse los favores. La campaña en contra de la iniciativa le restó varios puntos de popularidad a Obama y aún de aprobarse está en duda hasta donde podrá implementarse. Es evidente que la lucha contra los oligopolios es extremadamente dificultosa en cualquier lugar del mundo.

martes, 6 de octubre de 2009

Algunas precisiones sobre la ley de Medios

El viernes 2 de octubre, estuve en los ¨desayunos de coyuntura¨ que organiza el Instituto Gino Germani, de facultad de Ciencias Sociales. Y si de coyuntura hablamos, el tema era la ley de Medios. Si bien estaba programado que hablaran varios estudiosos del tema, yo solamente pude quedarme a escuchar al primer expositor, que fue Damián Loretti, ex director de la Carrera de Comunicación y actual vicedecano de la Facultad. En un ambiente grato y bien surtido (mate,café, medialunas etc), esto es lo que dijo o, mejor dicho, lo que entendí como las ideas principales que expuso Loretti.
Lo primero es desmentir el ¨supuesto apuro¨ del gobierno por sancionar la ley. Ya desde 1984 se pide la ley, y los 21 puntos que forman el núcleo de la ley, fueron consensuados en 2004 y emitos por Radio Nacional.
Lo siguiente, fue hacer notar que, en general, los proyectos que se presentaron tienen pocas diferencias entre sí. El que está en debate ahora tiene la particularidad de tocar el tema de la digitalidad, es decir, busca regular las nuevas tecnologías o por lo menos contemplar su incidencia. En Europa, por ejemplo, debieron sacar parches a la leyes para permitir la protección de la producción propia ya que de lo contrario chocaba con las leyes del mercado común europeo.
La Ley argentina, dice Loretti, contempla la regulación de contenidos pero no el sentido que le quiso dar la oposición, sino que, por ejemplo, regula lo que pueden dar los canales extranjeros, que por la diferencia horaria, pueden emitir contenidos no aptos para menores en horarios no muy convenientes. También incorpora el tema de la responsabilidad editorial. Es decir debe haber un responsable de lo que se emite. Y acá Damian puso el ejemplo de aquellas famosas imágenes de Crónica Tv emitiendo el suicidio del Malevo Ferreyra.
Igual está claro que los que limitan la libertad de emisión son los monopolios o los oligopolios. La nueva ley satisface todos los puntos que piden los pactos internacional sobre Derechos Humanos. Y si bien pide antecedentes de idoneidad para manejar una frecuencia, no tiene ningún artículo que hable de la calidad de la información ni establece sanciones contra determinado tipo de noticias.
Sobre el polémico tema de la autoridad de aplicación, Loretti recalcó que ningún país del mundo tiene al Poder Ejecutivo afuera de este tipo de organismos. Además, la Constitución no permite otro poder independiente aparte del Judicial.
Por último, lo de 33% del espectro repartido por partes iguales no es tan así, sino que hay reserva para las Universidades. El resto depende de los lugares disponibles y del tipo de lugar donde se asignen las frecuencias. Después de establecerse el régimen de transición y adecuación desaparecerán los famosos PPP, que tanto nos preocupó siempre a los que tuvimos programas en FM alternativas.