Finalmente, el candidato republicano se quedó con las llaves
de la Casa Blanca ante el pavor de gran parte de la prensa mundial, que
enciende las luces de alerta mundial ante la llegada de un proto fascista como
Donald Trump. Cualquier recién llegado a
las arenas internacionales le daría las condolencias a la candidata derrotada
del progresismo, Hillary Clinton, sin darse cuenta que la mayoría de lo que
pronostican sobre las medidas que tomará
Trump, ya las llevó adelante el gobierno demócrata saliente.
Ocupados en adelantar las catástrofes que se vienen, los analistas
internacionales evitaron durante la campaña electoral hablar del deterioro
general de Estados Unidos, que llevó a que sus electores prefieran afrontar el
riesgo Trump antes que mantener una situación que los llevaba inevitablemente a
un colapso. Los trabajadores norteamericanos vieron en estos años como
desaparecieron muchos puestos de trabajo por culpa de las empresas que levantaron
sus sedes y las trasladaron a otros países, donde el costo laboral es mucho más
barato gracias a los tratados de libre comercio firmados por los sucesivos
gobiernos demócratas.
Tampoco
la arena internacional les dio alegrías a los norteamericanos. La Casa Blanca
promovió conflictos en todo Medio Oriente y fabricó de la nada una maquinaria
terrorista como la de ISIS y promovió el asesinato de líder como Kadafi en
Libia. Sin embargo, el gasto en recursos
económicos y vidas humanas no logró que se cumplieran ninguno de los objetivos
trazados por la dirigencia norteamericana, que por el contrario, lograron
fortalecer, como contraparte, la figura del mandatario ruso, Vladimir Putin.
En el
campo de los derechos humanos, los demócratas no son mucho mejores que Trump.
Pese a las promesas de Obama, la cárcel de Guantánamo sigue siendo un pozo
cloacal que sigue oliendo mal y que no muestra señales de que pueda ser
desmantelado en el corto o mediano plazo. Además, pese a su discurso
progresista, la administración demócrata no dejó nunca de deportar
indocumentados, y mucho menos demolió ese muro que ya existe en la frontera con
México y que se supone, será ampliado por Trump.
No
pretendemos abrir ningún tipo de crédito a un presidente caricaturesco como
Donald Trump, pero desde el vamos la posible desactivación del Tratado
Transpacífica, es la primera noticia positiva para nuestra región en muchos
meses. Sabemos que el complejo militar industrial no dejará de ejercer su poder
de lobby para que el gasto militar no decrezca, pero el escenario cambió y se
tornó imprevisible, por lo que habrá que otear el horizonte sin descanso.
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