martes, 20 de diciembre de 2016

La era de la incertidumbre

Los distintos analistas e historiadores suelen enmarcar sus estudios buscando denominaciones globales para tratar de describir las épocas que estudian. Quien se aboque en un futuro al análisis de  este período que estamos viviendo, no le va a quedar más alternativa que bautizar a nuestros días como la era en donde las certidumbres no abundan.
                El 2016 finaliza con la expectativa mundial fijada en adivinar que políticas seguirá adelante el nuevo presidente norteamericano. Donald Trump vino a romper con todas las expectativas y asumió lleno de interrogantes que sólo se podrán develar con el desarrollo de los acontecimientos. Pocos creen que el magnate podrá cumplir con su promesa aislacionista ya que el poderoso complejo militar industrial necesita colocar sus productos en el mercado mundial. Sin embargo, las torpezas demócratas han llevado a la Casa Blanca a un grado creciente de enfrentamiento con el líder ruso, Vladimir Putin, que Trump debería desactivar si quiere de verdad que no le explote la bomba que sus propios connacionales armaron no sólo en Siria sino en todo Medio Oriente.
                También es difícil pronosticar en cuántos ejes se dividirá el poder mundial. Si bien los liderazgos de Estados Unidos, Rusia y China están fuera de discusión, aún no está claro si habrá algún tipo de reconfiguración de las distintas alianzas entre estos tres grandes. Tampoco está muy claro el futuro de la Unión Europea, que comanda Alemania, que es el único país del viejo continente que escapa al declive económico.  Las especulaciones apuntan a que los nuevos ocupantes de la Secretaría de Estado yanqui buscarán amigarse con Rusia y enfrentar a los chinos, pero los títulos periodísticos suelen ser, muchas veces, distintos a los hechos concretos.
                En lo que refiere a nuestro continente, habrá que estar atento a  si la hostilidad y el intento de enterrar para siempre las experiencias populares en América latina sigue con la misma perseverancia y el mismo éxito. Si bien el gobierno en la Argentina luce consolidado, pese a sus crecientes problemas, en Brasil el gobierno de Temer tambalea  ya que su origen espurio y su política de ajuste hundió al ex vicepresidente de Dilma en un rápido proceso de descrédito que luce de casi imposible salida. En tanto, las condiciones en Venezuela empeoran y la administración de Maduro resiste como puede. Por su parte, en Bolivia y en Ecuador, los modelos parecen sólidos y exhiben los mejores números del continente.

                Pero este panorama puede cambiar en cualquier momento, dependerá seguramente de la dinámica que imponga el Gobierno de Trump y de las conciencias de los pueblos, que a veces escapan de los caminos que busca imponerle la industria mediática asociada a los poderes de turno. 

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