No son asuntos que no nos incumben, al contrario,
silenciosamente se prepara otra bomba que repercutirá en la vida cotidiana de
todos los habitantes del planeta. Se trata de un tratado de libre comercio que
firmarán Estados Unidos y Europa y que concentraría en pocas manos dos tercios
del comercio mundial y que daría mayor poder a las empresas multinacionales
quienes se burlarían de cualquier tipo de control estatal.
Era obvio
que tarde o temprano la todavía primera potencia mundial contragolpearía frente
al avance de China y de los Brics. No hay imperio que se derrumbe sin resistir.
Pero los europeos deben tomar conciencia que si este plan se concreta el
desempleo crecería aún más y se verían invadidos por los productos de la
industria norteamericana.
Unidos
estos dos gigantes mundiales, el predominio tantas veces anunciado de la
economía china no se concretaría. Pero lo más grave para los países de América
latina es que si Estados Unidos reasume el liderazgo mundial que de a poco se
iba deshilachando, la soberanía económica y la independencia política logrados
durante la última década correría graves riesgos.
Este
tratado de libre comercio se viene redactando con la participación de las 50
empresas más importantes del mundo, por lo que es fácil imaginar que serán
reglas totalmente laxas, tanto a nivel legal como a nivel sanitario. Las
consecuencias del quite de las regulaciones comerciales, los argentinos las
conocemos mejor que nadie. Por algo, la prensa mundial no habla de este tema y
la elaboración de las leyes se guarda bajo siete llaves.
Sin
embargo, organizaciones sociales de Estados Unidos y de Europa ya comenzaron a
moverse para difundir y debatir las consecuencias que podría tener un tratado
de esta naturaleza. Pero más importante será la reacción de China, Rusia, el
resto de los BRICS y los países
emergentes, que no podrán dormirse con los avances conseguidos, ya que la
reacción frente al avance de los últimos años no tarda en llegar.
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