Si bien nadie puede asegurar que
sea duradero, el acuerdo entre Estados Unidos e Irán por el uso de la energía
nuclear, corre al país persa de la mira de la Casa Blanca, que apunta ahora
hacia otros objetivos.
En los últimos años fueron varios
los planes de invasión que se discutieron y la mayoría de los analistas
internacionales debatía de que forma se iba a dar el inevitable ataque
norteamericano sobre las defensas iraníes. Pero esae ofensiva nunca llegó y por
ahora se alejan las posibilidades de que esto suceda.
Esto no obedece a un repentino
ataque de pacifismo de Obama o a una exagerada entrega de la soberanía por
parte de Irán, sino que otros objetivos estratégicos preocupan al Pentágono, lo
que hace necesario pacificar un foco de conflicto para prestarle atención a
otros.
Las principales amenazas
geopolíticas que perciben los norteamericanos ya no provienen del Golfo Pérsico
sino de otros puntos geográficos distintos. China y Rusia, cada uno con sus
particularidades, amenazan en forma más clara la hegemonía norteamericana que
los Sha iraníes.
Además influye, que países más
débiles que Irán, como Afganistán o Irak, no sucumbieron tan fácilmente como se
creía a los golpes asestados por la maquinaria bélica de la Casa Blanca.
Igualmente no debemos sepultar el
conflicto en el Golfo Pérsico ya que el acuerdo con Irán tiene dos enemigos
importantes: Israel, que no termina de confiar en las intenciones de su enemigo
y los republicanos yankis, que ya se relamían con las ganancias que embolsaría
la industria bélica norteamericana.
Si bien la dinámica de las
relaciones internacionales es cambiante e incierta, es difícil que en lo que
resta del mandato de Obama, Irán sea atacado. Pero la maquinaria bélica siempre
busca un objetivo que le permita embolsar sus ganancias.
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