El impacto mediático de la renuncia del Papa Benedicto XVI
será suplantado por el ruido aún mayor que producirá la nueva designación al
frente del Palacio de San Pedro, pero varios de los motivos que indujeron la
renuncia del pontífice alemán
permanecerán en las sombras, lejos de los flashes y de la lupa de los expertos.
Nadie
admitirá en el Vaticano que Ratzinger vio algo que no le gustó, pero lo cierto
es que son varias las cosas que huelen mal. Se ha repetido hasta el hartazgo
que el Papa saliente fue un dirigente conservador y doctrinario pero no todos
advirtieron que se hizo cargo de uno de los bochornos más importantes de la
historia religiosa: los miles de casos de pedofilia que afectaron a los curas
de todo el mundo.
Y este
hacerse cargo implicó el pago a los damnificados por más de 600 millones de
dólares. De esta manera se buscó cumplir con la Justicia y a la vez silenciar
los casos. Pero estos desembolsos fueron duros para la economía de un estado papal, que ya arrastraba irregularidades
y sospechas desde hace ya varios años.
Toda esta
situación exacerbó las ya violentas internas existentes en la cúpula
dirigencial del Vaticano, que vieron la luz luego de la publicación de lo que
se dio en llamar Vatileaks: información reservada facilitada por la mano
derecha del propio Papa y que refiere datos comprometedores y habla hasta
incluso de conspiraciones para terminar con un reinado que buscó poner
transparencia donde siempre reinó la oscuridad.
Es así que la reforma financiera que
intentó primero Juan Pablo II y después su sucesor quedó empantanada y no da
muestras de que alguien se preocupe por su concreción. Por el contrario, el
Instituto para las Obras de la Religión quedó como siempre y solo una fuerte
presión de las autoridades económicas europeas podría sacar a la institución
financiera más importante que posee el Vaticano de un cono de sospechas que
incluye la probable existencia de lavado de dinero.
Necesitará
ser joven y de anchas espaldas quien emprenda la aventura titánica de enderezar
el rumbo económico y político de la segunda religión con más seguidores en el
planeta. De lo contrario la crisis europea y las internas feroces minarán su
autoridad y le darán al heredero de San Pedro una autoridad más aparente que
real.
2 comentarios:
la corrupcion vaticana es paralela a la del mundo capitalista en crisis tras crisis, sin alternativa a la vista es una fruta madura que no cae y exhibe su pudrición
es como vos decís, lo que pasa que tu análisis es más profundo que mi nota, gracias por escribir
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