Las elecciones sucesivas de Chávez y de Obama, sumadas a los
avatares del ajuste en Europa alejaron en los últimos meses la lupa de los
siempre latentes problemas en Oriente Medio, pero una nueva ola de violencia puso
al conflicto entre Israel y los palestinos nuevamente en el centro de la
escena.
Hay dos
motivos importantes para que ambos bandos hayan vuelto a dirimir sus problemas
por medio de la violencia. En Israel hay elecciones dentro de poco y es común que quienes detentan el poder
ejecutivo del estado judío utilicen el conflicto externo para motorizar sus
candidaturas. Por otro lado, los palestinos que habitan en la Franja de Gaza
buscan que la ONU reconozca de una vez la existencia de un estado palestino.
El premier israelí, Benjamin
Netanyahu, ha optado por los bombardeos selectivos que han tenido como
objetivos a importantes dirigentes palestinos. Como respuesta, los palestinos
han enviado una lluvia de cohetes sobre los pueblos fronterizos de Israel.
En el plano diplomático
internacional, es difícil que Estados Unidos le suelte la mano a su tradicional
aliado. Varios mandatarios del mundo se han pronunciado por la existencia de un
estado palestino, incluyendo a las presidentas Dilma Rousseff y Cristina Kirchner,
pero el peso de la Casa Blanca en estas decisiones es decisivo.
Los palestinos no tienen pensado
rendirse a esta evidencia y planean seguir todos los pasos formales para que la
ONU los reconozca como Estado no miembro. Mientras tanto, los muertos y heridos
se acumulan a ambos lados de la frontera, si bien por ahora los conflictos son
de baja intensidad.
Tanto el Hamas palestino como las
fuerzas armadas israelíes tienen frescas las campañas militares de 2008 y 2009
que no arrojaron un claro ganador. Hay que ver hasta que punto, ambos gobiernos
permitirán que esta espiral de violencia arroje a Medio Oriente a otra
sangrienta batalla.
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