Luego de un intento de golpe institucional que parece
disolverse con el tiempo, Estados Unidos ya planea la variante armada para
terminar con el gobierno de Maduro en Venezuela, y colocar allí un mandatario
fiel a los mandatos de la Casa Blanca.
Para consumar
la intervención, los norteamericanos usarán su táctica habitual de provocar un ¨accidente¨
o ¨incidente¨ que les sirva como excusa para pasar al ataque. En este caso, el
caballo de Troya pensado es la llamada ¨ayuda humanitaria¨ que ya se concentra
en las fronteras de Venezuela para ser distribuida por supuestos ¨voluntarios¨.
Sin
embargo, esta serie de proceso que ya está en marcha, no anula una salida
diplomática. Es sabido que habitualmente Donald Trump siempre golpea la mesa de
negociaciones varias veces, para colocarse luego en posición de imponer sus
condiciones. Así, pese a toda la parafernalia bélica, hubo ya una serie de
contactos diplomáticos de alto y reservado nivel entre venezolanos y
norteamericanos.
Claramente,
el autoproclamado nuevo presidente venezolano no da la talla para una misión
tan engorrosa como conducir al país caribeño al destino que los yanquis
pretenden para ellos. La Casa Blanca ya advirtió esta situación y no cierra la
puerta a cualquier variante que le permita el objetivo de controlar
políticamente todo el subcontinente.
Esperemos
que la experimentada diplomacia venezolana ayude a forjar algún tipo de salida
negociada que calme a un tiburón norteamericano sediento de sangre. De lo
contrario, pasaríamos de la tragedia de la emigración descontrolada, a las
muertes de cientos de inocentes.
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