La ola ajustadora en
Europa se desarrollaba sin obstáculos por todo el continente. Grecia, España,
Italia, Portugal fueron víctimas y muestras de las consecuencias recesivas del
ajuste recetado por los centros de poder económico para enfrentar la crisis. Sin
embargo, la ida de Sarkozy y el acceso de Hollande al timón de Francia, puso un
paréntesis y también un signo de interrogación a la continuidad del vendaval
neoliberal que azota a al viejo continente.
Es que
recién asumido, el líder socialista francés se encontró con una de las
consecuencias visibles del parate: la automotriz Peugeot anunció miles de
despidos. Pero a diferencia de sus colegas, Hollande consideró inaceptable las
disposiciones de la empresa. Y lo que es más sorprende aún, dijo que el Estado
francés no iba a jugar un papel pasivo frente al atropello. Esto en la Europa
actual es casi revolucionario. Hoy los otrora poderosos del mundo decidieron
entregar las llaves de sus países al FMI casi sin condiciones.
Quienes
defienden los despidos dicen que los costos laborales son muy altos, con lo que
busca preparar el terreno para el cambio en la legislación laboral lo que hace
la contratación de los trabajadores más barata y que siempre incluye la pérdida
de derechos. Pero Hollande, a diferencia de Zapatero, parece no haber olvidado
sus orígenes socialistas, y por lo menos propuso afectar otros impuestos para
compensar la supuesta caída de la competitividad francesa.
Además, y
tal vez lo más sorprendente de este conflicto, el gobierno francés amenazó con
investigar las ganancias de los empresarios franceses y averiguar cuánto cobran
de dividendos. Por lo visto, los
socialistas franceses están mirando menos a Europa y más a América latina. Es
lógico, son 8.000 puestos de trabajo los que se perderían. Un impacto demasiado
fuerte para la economía de cualquier país y una pésima forma de iniciar una
gestión de gobierno.
Ahora habrá
que ver como enfrenta Hollande las presiones internacionales que se le vendrán,
sobretodo de Alemania, que de la mano de Angela Merkel se ha transformado en el
fiscal del ajuste europeo. De movida el nuevo gobierno trató de desmarcarse de
la gestión Sarkozy, pero el contexto no lo ayuda. Hollande tendrá que construir poder para
resistir las presiones que recibe y recibirá, pero no tiene otro remedio sino
quiere pasar a la historia como otro socialista que entregó los derechos de los
trabajadores.
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