En reiteradas ocasiones dijimos que los gobiernos europeos
escogieron estrategias equivocadas a la hora de enfrentar la dura crisis
económica que están atravesando. Sostuvimos desde estas mismas páginas que
las prácticas de ajuste agravaron los
problemas ya existentes, contrayendo aún más la actividad económica. Y también
les recomendamos a los nativos del viejo continente que se miraran en el espejo
latinoamericano.
Si bien los
gobiernos de los países europeos prefirieron desoír las recomendaciones de
quienes ya pasamos por crisis similares, los pueblos europeos sí parecen
hacerse cargo de su destino e intentan explorar un camino que los saque de su
presente de ajuste y crisis.
Las medidas
económicas que se están aplicando en Europa responden a las directivas que
imponen principalmente los dos principales países del continente: Alemania y
Francia. El eje Berlín – París ha actuado en forma conjunta para disciplinar al
resto de los países, con la amenaza del eterno ostracismo para quienes no
acataran los lineamientos generales de los planes de ajuste. Pero a ese eje se
le acaba de romper una rueda: Sarkozy fue derrotado en las últimas elecciones y
asumirá el cargo un presidente que no comulga con las ideas de su par de
Alemania.
Y así como
el pueblo francés decidió que uno de los garantes del ajuste se volviera a su
casa, los alemanes le dieron un aviso a Angela Merkel, quien sufrió una clara
derrota en las elecciones regionales en su país. Si ya en estos países las
recetas neoliberales están siendo rechazadas, es mucho peor la respuesta de los
países que están llevando la carga principal de la crisis.
En Grecia
el plan acordado con el resto de Europa y con el FMI no es querido por el
pueblo lo que ocasiona que no se pueda
formar una coalición de gobierno y que las fuerzas políticas se fragmenten cada
vez más. Pocos apuestan a que el país heleno siga en la zona euro después de
mitad de año. A los españoles no les va mucho mejor: el movimiento de los indignados no decrece
porque los ciudadanos ibéricos ya se dieron cuenta que el Partido Popular no
tiene una propuesta distinta a la que aplicaron los socialistas. Peor aún,
optaron por profundizar el ajuste y agravar una situación que ya con Zapatero
era pésima.
El presente europeo es oscuro pero el destino
puede cambiar si los mandatarios deciden escuchar las voces del pueblo y no las
del FMI .
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