Con un discurso más discreto y sin hacer tanto alarde de su
poderío militar, Estados Unidos vuelve a posar sus ojos en la región. Si bien la
Casa Blanca nunca se olvidó de su patio
trasero, la realidad mundial les obligó a concentrar sus fuerzas en el Golfo
Pérsico primero y en Afganistán después. Ambos
conflictos siguen vigentes pero atraviesan una fase de distensión, lo
que le permite a Obama distraer menos efectivos allí.
Mientras
Estados Unidos estuvo afuera, se consolidaron en América latina gobiernos de
carácter popular que ya no siguieron tan fielmente los dictados del Norte. En
el plano militar Ecuador pudo exigirle al Pentágono que cerrara la base militar
de Manta. Además, Brasil se instaló como
la gran potencia regional.
Pero el
Imperio no se iba a quedar sin contraatacar definitivamente. Primero reactivó la Cuarta Flota y más tarde abrió
siete nuevas bases en Colombia, que oficia como cabeza de playa de la
Casa Blanca en América Latina. También otro
país ideológicamente afín a Obama, como es el Chile de Piñera, autorizó la
apertura de otra base militar en Fuerte Aguayo. En la Argentina , el gobernador
de la Provincia
de Chaco, Jorge Capitanich, tuvo que dar marcha atrás con la instalación de una
base que iba a estar destinada a ¨fines humanitarios¨.
Gracias a
esta nueva expansión, de poco rebote mediático, los norteamericanos controlan
todo el Pacífico, desde su propio país hasta la zona austral. Tiene así una
forma de intervención rápida tanto en la defensa de sus intereses como en la
defensa de gobiernes afines que pueden pedir ayuda especial. Recordemos que en
el golpe de estado en Honduras, el presidente depuesto Zelaya, fue llevado
primero a la base militar que Estados Unidos posee en ese país.
Ahora los
recursos naturales de América latina, tanto la energía de Bolivia, Venezuela y
Brasil, como el Acuífero Guaraní, están
a pocos horas de vuelo de los helicópteros y aviones que dirige Obama. Los
norteamericanos no regalarán nada y buscarán recuperar su hegemonía política y
económica en la región. Será ahora el momento de comprobar si los cambios
positivos de la última década en nuestros países serán definitivos o caerán
ante el avance del país más poderoso de la Tierra.